Columna de opinión:
Impresiones de la iniciación en Masonería
19-08-2024
Reproducimos la columna publicada en el Mercurio de Antofagasta del Querido Hermano:
Estimado Aprendiz. Has llegado hasta aquí como un visionario de la locura guiado por un signo del espíritu; lo mismo que un cruzado del ideal que marchara con ansias febriles a reconquistar el sepulcro donde duerme la fuente del ideal; has llegado sin más armas que el entusiasmo, y está bien. No necesitan otra cosa estos señores de la idea.
Afuera dejaste la vida y en ella a los que no comprenden esta locura de la idea sola. Dejaste a los que no sienten el desvarío de una fiebre grande, a aquellos que preguntan: ¿ Qué aspira ese? ¿ Qué pretende aquel. Y piensan y creen en la gloria y en el oro porque ellos lo desean; y hablan y piensan de sentimientos bajos, de venganzas viles, porque ellos sienten esos sentimientos. Otros creen en la vanagloria… en la vana gloria… otros en el deporte de hacer algo.
Afuera dejaste la vida donde siempre se están preguntando por qué se hacen las cosas. Por qué brilla el sol. Por qué danza la luna en la noche de los siglos. Por qué perfuman las flores. Por qué Einstein nos habla de tiempo y espacio. Deja tú que la luna riele en la noche infinita. Perfuma tu vida con todas las ansias, y deja eso del tiempo y que nosotros no sabemos si el tiempo nació con la vida o la vida es objeto del tiempo . Deja que afuera, aquellos que viven la vida de la calle, pregunten por qué se hacen las cosas.
Yo sé que tú llegas aquí a emprender el esfuerzo de una acción – sin más armas que el entusiasmo y sin saber siquiera cuál es esa acción.
Pero antes de comenzar, medita. Enciérrate en el templo del silencio a contemplar y pensar. ¡Nunca se siente más grande el hombre que cuando está bien adentro de su pensamiento!
Y en un momento de estos nació la fuente de tu trabajo , taller de tus valores más nobles. Hace muchos siglos; perdido en las distancias de la leyenda; allá cuando los hombres se arrodillaban en las laderas del Tíbet a perfeccionar el espíritu en la contemplación.
Nació en el momento de la meditación y siguió el mismo rumbo de la cultura. Hay algo misterioso en el pensamiento griego, y también hay algo en el fondo del misterio de las pirámides de Egipto.
Nunca preguntes por qué se hacen las cosas. Mira con el fondo de tu observación el panorama de la vida, contempla la lucha entre el bien y el mal, entre la maldad y lo bueno; ponte la mano en el corazón y siente en el más puro de tus sentimientos; y entonces verás que no vale la pena preguntar por qué se hacen las cosas.
En tu vida , serás como el Príncipe Feliz del cuento de Wilde. De pie sobre la columnata del mundo, estarás contemplando la visión de la vida. Lejos hay mujeres que lloran y que sufren por dolor; hay hombres que marchitan sus años en la infructificación del esfuerzo; hay artistas que sufren el dolor de la vida por vivir en el arte.
Tú estarás contemplando el triste panorama de los pobres. Serás como el Príncipe Feliz con el alma de don Quijote, y repartirás mendrugos de espíritu y alabanzas. Pero no tendrás tiempo de llorar por la maldad, porque primero tendrás que un jugar el llanto de los que sufren, antes de preocuparte del tuyo propio.
Esta es tu historia, tú tiempo y espacio… será la historia de los sacrificios humanos en bien de otros. Es la historia de Cortez, el Conquistador, quemando sus naves; de los caballeros templarios combatiendo por Felipe el Hermoso, es la historia de los Kabríos defendiendo a los viajeros en las regiones del Egipto; de los alquimistas y de los caballeros andantes de la Edad Media; de todos los sabios arrancaron luces de la noche del tiempo, de los reformadores, de los locos del ideal.
Ese es nuestro principio; donde quiera que haya hombres, hay lugar de hacer el bien. No se lo digas a nadie. No profanes tus ideas, que afuera no creen en la fraternidad sin interés, no creen en la tolerancia que respeta, en la caridad sin renombre. ¡Los hombres se creen jueces, y no saben que muchas veces son incapaces de considerar sus propios actos!.
Vienes a colaborar sin más armas que el entusiasmo. Antes de comenzar la tarea reconcéntrate en lo profundo de tu espíritu. La vida entera será la gran prueba de tus intenciones.Trabaja silenciosamente, y recuerda a Unamuno cuando dice: “el pobre Sancho nunca preguntó a Don Quijote por qué hacia las cosas que hizo”.