Los masones de la Gran Logia de Chile han sido sensibles a las demandas femeninas por la igualdad, y su contribución ha tenido importancia para apoyar las diversas conquistas que, con gran sacrificio, han obtenido las mujeres.

En 1869, el hermano Arturo Villarroel Garezon propuso a tres mujeres para la iniciación en su Logia Justicia y Libertad N°5, de Santiago, con el objetivo de instalar en Chile una Logia de adopción. Los tiempos no eran propicios por ese entonces para estos actos revolucionarios y la iniciación de estas mujeres no se produjo; sin embargo, el hecho ha quedado como un hito histórico para la Masonería chilena.

Poco más tarde, los masones de Copiapó y Valparaíso crearon establecimientos de educación secundaria para mujeres, en los que se les entregaría formación científica, desafiando, de esta manera, a quienes creían que los roles femeninos debían estar circunscritos a la maternidad y al hogar.

En paralelo, a través de la prensa y en diversas tribunas, los hermanos argumentaban en favor del acceso femenino a las carreras universitarias, campaña que sería determinante en el apoyo a las directoras de colegios de niñas que lograron que el ministro de instrucción pública promulgara el decreto que permitió, con el paso de los años, la titulación de Eloísa Díaz, Ernestina Pérez, Matilde Throup o Justicia Espada Acuña.

Cuando el mundo femenino popular – el mundo del trabajo – se organizó en entidades mutuales, ahí estuvieron los masones para brindar apoyo jurídico y económico. Tal fue el caso de la Sociedad de Obreras La Igualdad, en Valparaíso; o la Sociedad Ilustración de la Mujer, en Concepción.

En el siglo XX, la situación no fue distinta y se vio a Logias y a masones comprometidos con las peticiones femeninas para obtener derechos ciudadanos, que les permitieran elegir y ser elegidas para cargos de representación popular.

Una vez obtenido este triunfo, se vio a la querida hermana Inés Enríquez Frödden convertida en la primera mujer en llegar al Congreso Nacional.

Por esto, a nadie pudo llamar la atención cuando, en septiembre de 2019, en medio de las manifestaciones que en todo el mundo hacían las mujeres en reivindicación de sus derechos, el Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, hermano Sebastián Jans, declaraba: “Tenemos que poner especial énfasis en que aún queda por terminar la última de las revoluciones igualitarias, la revolución de la igualdad, donde quede establecido que hombres y mujeres somos tratados y reconocidos como iguales”.

Era la voz de la Masonería, que desde hacía 150 años apoyaba a la mujer en sus demandas sociales. 

Adherimos al  Día Internacional de la Mujer como un paso más de avance inclaudicable hacia un futuro de felicidad y esperanza.