MASONERÍA AL DÍA / Hermano Osvaldo Olivares: Nací Masón
Hermano Osvaldo Olivares: Nací Masón
Cumplió 104 años, hace 74 que es masón y 80 que se recibió de médico. El Querido Hermano Osvaldo Olivares es un hombre de risa espontánea, abierto y dispuesto a dialogar más allá del cansancio que le producen los años, como él lo expresa. Aún así, prodiga los cuidados necesarios a su señora-junto a otros- cuya salud no es buena.
“Soy un hombre de grandes amigos y la masonería me ha dado ese espacio. Somos Hermanos todos, sin excepción. En la Masonería no se discute sobre religiones y la intolerancia no tiene cabida”. Una afirmación que se repite, a lo largo de la conversación y que refleja su pensamiento profundo de lo que ha encontrado en la Institución.
Ha estado casado dos veces, la primera vez 50 años hasta que enviudó. Después tuvo la fortuna de encontrar otro amor, a los 85 años. “Tuve la valentía de atreverme y casarme y no me equivoqué. Ella me ha estimulado a que asista a mi Logia -te hace bien-dice-llegas con otra cara. Lo mismo hizo mi primera mujer y por ello me siento afortunado. Cuando estaba muy cansado o con mucho trabajo en el hospital, me estimulaban para que no faltara”, agrega con entusiasmo el hermano Olivares.
Desde siempre Masón
Su respuesta rápida y espontánea a la pregunta porqué eligió ser masón, la resuelve con “Nací Masón”. Ello implica que es parte de su ADN- en jerga médica- y que ha encontrado todo los valores a los que ha adherido en su vida. “Ingresé a la Masonería después de conversar varios meses con el colega médico que me insinuó que ingresara. Cuando estuve convencido que no iba a perder mi libertad en ningún sentido, ni estar presionado en ningún aspecto de mi pensamiento, decidí incorporarme a la Institución. Lo inesperado fue descubrir que mi abuelo paterno había contribuido a fundar la Gran Logia de Chile, por primera vez, y que significó un motivo de orgullo”, añade el Hermano Olivares.
Ingresó el invierno de 1949 a la Logia Renovación 31, cuando la casa masónica tenía su entrada por Alameda. Un lugar frío y con mucho calor humano. Asistió con bastante periodicidad, los lunes a las 18 horas ingresaba al Taller, a pesar de lo demandante de su trabajo, ese día, siempre estuvo reservado para su Logia. Muy pronto fue nombrado Hospitalario, cargo que ha ejercido, en distintos periodos, con mucho cariño. “Conocer a mis Hermanos, sus familias y poder tener cercanía ha sido muy importante en mi vida masónica. Tanto es así que a los pocos años me nombraron Venerable Maestro”, acota el Hermano Olivares. En su calidad de médico formador de futuros profesionales, el Hermano Osvaldo tuvo la ocasión de presentar muchos médicos que resultaron ser muy buenos masones. Es curioso, pues llegó a darse la coincidencia que varios de ellos fueran hermanos de sangre.
Periodos complejos
El año 73 marca su exilio a Colombia, con su familia, país que lo acogió durante años y donde la Masonería le abrió sus puertas. Los recuerdos de esa época le hacen esbozar una sonrisa profunda por la posibilidad que tuvo de conocer muchos Hermanos. “Nuestra Logia hacía mucha vida social en Colombia. Íbamos a otras ciudades para compartir con nuestros Hermanos y todos ellos querían mucho a Chile”.
En Bogotá recibió el grado 30 y luego el 31 y 32 y poco antes de regresar a Chile el 33. Regresó el 1 de noviembre de 1990, con su esposa e hijo. Ya tenía 72 años y conseguir trabajo no era tarea fácil. Sin embargo, un ex alumno de medicina que tenía un cargo importante, lo llamó para que lo asesora. No sólo eso, sino que también le abrió las puertas para que cooperara con él en su Logia. “Se trataba de Mosaico 125 donde me acogieron con mucho entusiasmo y donde luego me nombraron Hospitalario; el cargo más querido por mí, y así se repetía la historia: volvía a ser Hospitalario”, agrega el Hermano Olivares
La pandemia, otra época compleja para nuestro entrevistado significó presenciar el alejamiento de las Logias por diversas razones, todas ellas atendibles. Hoy, ve con optimismo que de a poco regresan y que aumenta el número de Hermanos. Eso marca el entusiasmo que se ha mantenido durante toda la entrevista.
Su colofón
“La Masonería me ha enseñado a tener una vida recta, a buscar la verdad, a no creer en supersticiones- Por condición soy agnóstico pero jamás he presionado a algún Hermano que piense distinto. A mis Hermanos Aprendices puedo decirles que la honradez consigo mismo y con los demás es un valor intransable. Asistir a la Logia es un aprendizaje infinito. Entre más se asiste, más se aprende. Yo, a mi edad, siempre aprendo algo, cada vez que asisto a mi Logia”.
Siente que no fuera masón verdadero, habría fracasado. Ha dedicado muchas horas, muchos pensamientos a la Institución y cree que no hay ninguna igual en los puntos que ella investiga y educa.
“La Masonería me ha dado un modo de vida, rectitud, responsabilidad, perfeccionamiento en su especialidad, cultura en general y amistad. He visto que la tendencia es orientar social, y moralmente de modo que se pueda influir en el mundo con mayor educación, justicia y compañerismo. La libertad, la igualdad social, el perfeccionamiento cultural y la fraternidad son los pilares de mi Institución que me vio nacer masón”, concluye el Hermano Olivares.