Pedro Avelino Aguirre Cerda

(1938-1941)

Pedro Avelino Aguirre Cerda, fue el caso en que un educador profesor llegó a la Presidencia de la República. Aun cuando no le eran ajenos los conocimientos del derecho –pues también se tituló de abogado–, y la economía, tuvo más orgullo y empeño en gobernar guiado por los valores de la educación, lo que se ve plasmado en su lema "Gobernar es educar".

Entró a la política a través del Partido Radical, y desde ahí llegó a ser parlamentario, ministro de Estado, Presidente de la República. Como ministro de Educación le correspondió participar en la aprobación de la ley de Instrucción Primaria Obligatoria, que se convirtió con el tiempo en una de las más trascendentales políticas en este ámbito.

Nació el 6 de febrero de 1879 en un pequeñísimo pueblo cercano a Los Andes. Su padre, Juan Bautista Aguirre, era campesino y murió tempranamente dejando a su esposa, Clarisa Cerda, con 11 hijos.

La infancia de Pedro transcurrió en el campo y, como tantos niños de su condición, debía recorrer a pie o a caballo un largo trecho. Estudió en Los Andes en una escuelita de Calle Larga, y luego siguió las Humanidades en el Liceo de San Felipe.

En Santiago ingresó al Instituto Pedagógico, donde se graduó de profesor de Castellano en 1904. Más tarde, también obtuvo título de abogado. Su memoria de Derecho fue La instrucción secundaria en Chile; posteriormente, en 1910, viajó a Francia a especializarse en Derecho administrativo y financiero en la Universidad de la Sorbona. A su regreso, en 1914, se desempeñó como profesor en el Instituto Nacional, tiempo en el cual fue elegido presidente de la Sociedad Nacional de Profesores.

A pesar de provenir de una familia católica practicante, ingresó a la masonería en 1906 cuando solo tenía 27 años. Fue iniciado en Santiago en la logia Justicia y Libertad Nº 5 y, más tarde, en 1912, pasó a integrar la logia Unión Fraternal Nº 1, participando en la refundación de esta. Por varios años fue Diputado de su taller masónico y en 1928, sus hermanos masones le concedieron merecidamente la calidad de miembro honorario.

Al tiempo de vincularse a la masonería, ingresó al Partido Radical desde donde realizó una ejemplar vida política. En 1915 fue elegido diputado en representación de las provincias de San Felipe, Putaendo y Los Andes. En 1918, nuevamente fue elegido diputado, aunque esta vez por Santiago.

En 1918, el presidente Juan Luis Sanfuentes lo nombró ministro de Justicia e Instrucción Pública desde donde impulsó la ley de Instrucción Primaria, luchando también por conseguir mejorar el nivel económico del magisterio.

En 1920 el gobierno de Arturo Alessandri lo nombró ministro del Interior, cargo que ejerció durante meses. Una vez fuera del gabinete, fue elegido senador a partir de 1921. Sin embargo, en 1924 el gobierno de Alessandri lo convocó nuevamente como ministro del Interior, pero debió renunciar tras el conflicto con las fuerzas armadas, conocido como "ruido de sables" y el que derivó en un golpe militar. Tras la dimisión se fue a Europa por todo un año.

Al volver, colaboró en la reorganización de su partido, mientras ya estaba gobernando Carlos Ibáñez del Campo. El ambiente no era favorable para él, y decidió viajar de nuevo a Europa, donde permaneció autoexiliado durante tres años. A su regreso volvió al trabajo docente, concretando la creación de la Facultad de Comercio y Economía Industrial de la Universidad de Chile, de la cual fue primer decano. En mayo de 1936 el panorama político sí se le presentó favorable. Se había creado el bloque de izquierda integrado por socialistas, comunistas democráticos y la Confederación de Trabajadores. Al interior del Partido Radical había claramente dos tendencias: una que estaba por formar parte del bloque, y otra que se resistía a cualquier tipo de alianza con el Partido Comunista.

El Partido Radical, tras las diferencias y desencuentros que había tenido con Alessandri, optó por un acercamiento con la izquierda, posición que quedó ratificada en la convención que tuvo este partido en 1937, tras lo cual se suscribió un pacto con los partidos de izquierda, naciendo así el llamado "Frente Popular". Este Frente Popular estableció entre sus postulados más importantes el respaldo al régimen democrático, la libertad, la solidaridad social y la lucha contra el fascismo y el imperialismo internacional. En la elección interna del Partido Radical triunfó la candidatura de Pedro Aguirre Cerda por sobre la de Juan Antonio Ríos. El Partido Socialista, por su parte, postulaba a Marmaduque Grove Vallejo, pero finalmente este sector decidió apoyar al candidato radical. Así, Aguirre Cerda quedó como candidato único del Frente Popular, obteniendo la victoria en las elecciones presidenciales de 1938 contra los candidatos Carlos Ibáñez del Campo, apoyado por el Nacional Socialista, y Gustavo Ross, por la Alianza Liberal Conservadora.

En enero de 1939 se produjo un gran terremoto con epicentro en Chillán, que afectó también las provincias de Talca y Biobío. Para enfrentar la grave situación, el gobierno creó la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, y la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO); esta última, de gran trascendencia y vigente hasta nuestros días, se creó para desarrollar la industrialización del país en el área eléctrica, siderúrgica, de agricultura y minería. Otra política importante del gobierno de Aguirre Cerda fue la educación técnico-profesional como un complemento al proceso de industrialización que se ponía en marcha. También se dio importancia a la educación primaria, lo que se reflejó en la construcción de un gran número de escuelas, con la consiguiente apertura de nuevas plazas de trabajo para los profesores. Además, se desarrolló un extenso plan de viviendas destinadas a sectores de bajos recursos y varias obras públicas de significativa importancia. El presidente Aguirre Cerda no alcanzó a completar tres años de gobierno cuando lo afectó la tuberculosis. En aquella época esta enfermedad era fatal y constituía una importante causa de mortalidad a nivel nacional. El 21 de noviembre de 1941 murió repentinamente sin poder completar su mandato. Sus funerales fueron una de las más apoteósicas manifestaciones del afecto de un pueblo para con su gobernante.

El presidente Pedro Aguirre Cerda, ilustre masón, en tan solo tres años de gobierno realizó una gran obra, superando a muchos otros gobernantes, tanto en la productividad de su trabajo como en la trascendencia de sus políticas.